La sensación de libertad que se siente al recorrer incontables kilómetros, ya sea trotando o en las dos ruedas de una bici, es indescriptible. A ella se encuentra aunada la búsqueda permanente de nuestra mejor versión y el deseo de superarnos continuamente.  

Aunque el consumo de proteína comúnmente se ha asociado al entrenamiento de fuerza e hipertrofia, la realidad es que va más allá. Asimismo, científicamente se han comprobado los beneficios de los carbohidratos y los aminoácidos en el ejercicio aeróbico de alta resistencia.

El glucógeno, generado a partir de la ingesta de carbohidratos, es la principal fuente de energía durante el ejercicio aeróbico prolongado, como en el caso de los runners o los ciclistas. Su resíntesis se divide en dos fases: la primera ocurre en los primeros momentos tras la actividad física, en los que no se registra insulinodependencia; en la segunda, que tiene lugar durante las horas posteriores, la insulina es estrictamente necesaria y por ello, la proteína entra en escena representando un rol protagónico, al aumentar sus niveles de producción.  

Dados sus beneficios en la construcción de masa muscular, la proteína ha sido asociada al entrenamiento de fuerza e hipertrofia. Sin embargo, al tener la capacidad de reparar el tejido dañado a causa de la alta intensidad del entrenamiento, resulta vital para una exitosa recuperación, evitando descensos en el rendimiento y mayores probabilidades de lesión.  

Seas un deportista recreacional o de élite, querrás batir tus registros y llegar tan lejos como jamás imaginaste. Para lograrlo, mejorando tu rendimiento y tu salud, no escatimes en proteína, pues este macronutriente forma parte de múltiples procesos biológicos en nuestro organismo. La clave está en el equilibrio.  

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